lunes, 22 de abril de 2013

Los árboles azules 19: ¿Cómo desenredar esta madeja?

-La chavala casi se muere del susto- Comentó Sabino como si aquello no fuese con él. –Ve en el espejo un fantasma negro y piensa que, una de dos, o se ha vuelto tarumba o está en peligro de muerte.
Aquella cháchara suya me estaba exasperando. Parecía importarle un bledo haber aterrorizado a Auko cuando tranquilizarla le hubiese costado bien poco. Es más, se creía gracioso el muy imbécil.
-Extraterrestre, fantasma, gato… Eso es lo que me llama ella.
-No te pareces a él. – Y eché una ojeada al minimo que, pegado a la pata de la mesa donde, no le cabía duda, había un plato lleno de gambas, parecía el monumento a la paciencia.
-Lo dice por mis ojos. ¿Ha visto? Son verdes y amarillos, él en cambio los tiene marrones. Parece más humano que yo.
¡Menudo papanatas! (No había vuelto a escuchar la palabra desde el principio de los tiempos, pero le cuadraba mejor que cualquier otra).
-Yo creo que te va mejor lo de fantasma.
Soltó una risita de conejo.
-No se enfade conmigo que ya me pongo serio. ¡Va!
Entonces fue cuando dejó el plato de gambas casi lleno a disposición de Mancha, que solo tuvo que subir a la silla y zampárselas. Ya ni me fijaba en él, dirigí a Sabino lo más aprisa que pude a las butacas de la sala y allí nos sentamos, frente a frente, para que soltara lo que tuviese que decirme.
-Auko parecía la mujer al borde de un ataque de nervios, como en la peli de Almodovar. ¿Se acuerda? Bueno, bueno… Seriedad. Es que, verá, no es nada fácil contarle esto. Intenté tranquilizarla pero ya no podía más la pobre. Me senté con ella, la acaricié el pelo, nos besamos, me bebí todas sus lágrimas, y la tuve abrazada tanto tiempo que nos quedamos dormidos. Cuando nos despertamos ya se había serenado y sonreía.
-Esto es un disparate. ¿Sabes por qué hace Auko todas esas locuras?
-Según Julio porque está enamorada de su padre, pero no creo que Bernardo tenga mucho que ver en todo esto. Ella es así, aventurera y nómada, no le gusta estarse quieta, aborrece la tranquilidad, una vida estable le aburriría mucho y busca pretextos para escaparse. No podía imaginar que existiese alguien así. Me tiene hechizado, en serio.
-Así es ella, es verdad. Pero…
-La habitación estaba a oscuras y no encendimos la luz. No hacía falta, me guiaba por el brillo de sus ojos y no se despegaban de los míos.
“-¿Cómo me has encontrado? -preguntó.
“-No he tenido que hacerlo, cariño. Yo fui el que te traje.
“-¿En serio?
“-¡Pues claro! ¿Quién si no? La policía te hubiese enchironado ya, y aunque solo fuese en aquel caserón siniestro no tendría ninguna gracia, Bernardo está enjaulado, sus hijos son demasiado jóvenes, a tus compañeras les importas un pito, tus padres no saben de la misa la media, esa amiga tuya…
“-¡Vale! No sigas. Tienes razón.
“-Ahora tengo que contarte quien soy.
“-El chofer de la policía, ¿no?
“-Jajaja. Y Bernardo el dueño de una fábrica de sombreros. ¡No te digo!
“-No es…
“La chica estaba cada vez más confusa, me pareció que arrancaba otra vez a llorar. Tenía que tranquilizarla del todo para que empezase a comprender el asunto.
“-Sí, cielo. Eso también. Siempre destacó en manualidades, de chico fue a una escuela de artes y oficios. Allí aprendió corte. O diseño. Algo así. Y ese es su trabajo, con algo tiene que echar de comer a las dos fieras.
“-¿Entonces?
“-Lo primero, decirte que esta casa es segura, no me perdonaría que te quedases muerta de miedo otra vez. Es de unos amigos que han estado viajando, pero vuelven mañana y están al tanto de todo. Ahora tienes que compartirla con ellos. En realidad, ellos contigo, pero no les importa.
“-¿Qué amigos? Creo que prefiero irme.
“-Eso es una estupidez. Piénsalo.
“-Puedo manejarme sola... ¿Y tú eres amigo de Bernardo? Pareces mucho más joven.
“-Lo soy. Tengo diecisiete años menos. Soy el hijo perdido y hallado. El otro.
“-No me gusta que me tomen el pelo. ¡Déjame en paz!
“-Es la pura verdad, te lo juro. Y no me ha gustado nada tener que decírtelo tan pronto, preferería haber hablado de la amistad que tenemos pero me has hecho una pregunta y no quiero mentirte. Cálmate y vamos a lo importante, no me puedo quedar mucho tiempo. Hablábamos de quien es Bernardo en realidad.
“-Puede que ya lo sepa, a no ser que alguien me haya contado un cuento. ¿Vas a confesarme algo increíble?
“-Imposible de creer.
“-¿De pirados?
“-De pirados de novela.
“-¿De ciencia ficción?
“-No puede ser. ¿Tú con quién has hablado, Auko? No sabes lo peligrosa que puede ser esa gente. Apártate de ellos, no se te ocurra hablar con nadie…
“… ¿qué no seas tú? ¿Y por qué en ti sí puedo confiar? Ya no vas con la policía, no te conozco de nada, nunca he oído hablar de ti ni a Rosana ni a Agosto.
(Continuará)

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