domingo, 2 de junio de 2013

Don Rufo bufa: Cultura para todos


Se me ocurre una pregunta que puede parecer innecesaria ¿valoramos la cultura? La mayoría contestará que sí, que claro, que naturalmente. Y las recientes reacciones contra los proyectos de reforma del ministro Wert parecen indicarlo así. Pero ¡cuidado! parece que ni la cultura en general ni la educación en particular han tenido demasiado predicamento durante las últimas décadas. Muchos jóvenes perdieron la motivación por el estudio y la simple alusión a cualquier producto, solo un poco más meritorio y profundo que la bazofia invasora que ha ocupado su lugar, se catalogaba sin reparo de soporífero.
Nadie discute que disminuir la inversión en el ámbito educativo repercute directamente en el nivel cultural de un país. Pero hay otras muchas formas de volver a la población indolente, apática, desmotivada, frívola, materialista o superficial, de modificar su escala de valores hasta lograr que prevalezcan los más pueriles y ridículos. Convertir a toda una masa poblacional en cabezas huecas no es muy complicado en una sociedad como esta, con unos medios de difusión que llegan hasta el último rincón del planeta y en los que cabe cualquier contenido, incluso los más estúpidos. La estupidez, en una primera percepción, puede juzgarse como tal fácilmente, pero a fuerza de ser repetida acaba por aceptarse. Este o cualquier otro elemento de convivencia -crueldad, intolerancia, despotismo- si se introducen despacio y en pequeñas dosis se asimilan insensiblemente y, cuando más descuidados estamos, se han extendido como lepra invasora por todo el tejido social. Ha ocurrido y ocurre.
La cultura, nos guste o no, en un mundo donde el analfabetismo parece felizmente erradicado, sigue siendo patrimonio exclusivo de una élite. En parte, porque la saturación informativa produce en el ciudadano una falsa sensación de control. Pero es obvio que el exceso de noticias, no solo no añade nada de interés sino que produce el efecto contrario. Nuestra civilización está desinformada porque los contenidos no atienden a jerarquías ni prioridades, y para orientarse en esta jungla de palabras vacías hay que disponer de un buen plano, este plano, esta guía de carretera informativa se denomina nivel cultural. Pero volvemos al principio, es el círculo vicioso de siempre, los que carecen de esta orientación básica se encuentran inermes ante cualquier ardid comunicativo, son los más débiles, los que escuchan los cantos de sirena de los gurús de todo pelaje: curanderos, sectas, videntes, empresas fraudulentas, pero también de otros aparentemente respetables. Propaganda electoral. Campañas publicitarias. Contenidos televisivos. Moda. Libros. Arte. Música.
Productos de baja estofa invaden los anaqueles, sean materiales o virtuales. Lo evidente, el bodrio, lo burdo, la pachanga, la falsa diversión, lo sin pretensiones, la ramplonería, lo popular en el peor sentido del término, se han elevado a la categoría de cultura contemporánea, y muchos se los tragan sin masticar, incluso los saborean sin reparar siquiera en que son indigestos. Porque nos están convirtiendo en clones, porque nos impiden pensar por nuestra cuenta, porque igualan las mentes por abajo, porque han entronizado la inmediatez confundiéndola con lo práctico en detrimento de lo diferido, de lo que se cuece a fuego lento, de lo que necesita reflexión, pausa, trabajo, tiempo por delante. Según esto la lectura es una clarísima pérdida de tiempo, sobre todo la que exige esfuerzo mental: ensayo, novelas de gran calado, materias como economía, filosofía, historia. ¡Ay! si estas materias se convirtiesen en best seller, si el cultivo de la mente se pusiese en valor igual que nos animan a ejercitar el cuerpo, si la alta cultura tomase el relevo de las clínicas de estética, otro gallo cantaría a este país (y a todos).
Pero eso no conviene a los que mandan, sean estos, los otros o los de más allá.

2 comentarios:

  1. Lo has dicho con todas las letras. estoy de acuerdo al ciento por ciento.

    Es algo que me inquieta, porque en una lucha de clases tan brutal como la que estamos viviendo esa simiente de estupidez y desinformación generalizada favorece a los dominadores.

    Siempre he sabido y se lo he trasmitido a mis hijos que el saber te hace menos vulnerable, te da más libertad y además tienes herramientas para disfrutar más de la vida, aunque también sufras más al ser más consciente.

    Vamos lo que se decía antes, hay que tener la cabeza bien amueblada, y la Cultura es el espacio donde encontramos los elementos para amueblarla.

    Este ministro y sus "alrededores" me producen grima.

    Necesito aprender algo nuevo cada día. Los libros y mi amor por el Arte me han salvado de la grisura.

    Un beso,

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  2. Efectivamente, también yo suscribo lo que dices.

    Como madre, he hecho lo mismo y tampoco me ha ido mal.

    Lo que más me molesta es que llamen crisis a una estafa descomunal y la mayoría no se entere de lo que está pasando. Los medios de comunicación colaboran con esa hipocresía de que todo el mundo está fatal. ¡Mentira! esto es un balancín y lo que pierden unos enriquece a los que más tienen.

    Besos

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