lunes, 20 de enero de 2014

Don Rufo bufa: ¡Enhorabuena Gamonal!

Por fin alguien ha dicho basta a pecho descubierto y eso merece un aplauso.
Cuando el poder, no contento con abusar de los más débiles, alardea de su prepotencia y se regodea en el abuso y el alarde, cuando se ha impuesto silencio mediante la represión policial por un lado y el descrédito de la protesta por otro, cuando dar la cara puede significar pagar un altísimo precio, uno tiene que ser muy valiente o tener ya muy poco que perder o ambas cosas, para saltar a la palestra y no dejarse influir por demagogias ni amedrentar por amenazas.
He leído en alguna pancarta: “Gracias bulevar por despertarnos”. Yo diría: Gracias Gamonal por demostrar que se puede hacer algo más que votar cada cuatro años, que el aguante tiene un límite, que la razón puede triunfar, que las tomaduras de pelo pueden y deben denunciarse.

Porque robar está muy feo, pero todavía lo está más burlarse, encima, de aquel a quien se roba. Y ¿qué es anunciar a bombo y platillo que la normalidad está a solo un tiro de piedra mientras se incrementan los recortes y no existe el mínimo indicio de que se vayan a restaurar los niveles de antes en salarios, prestaciones y servicios, sino una burla descarada y, además, de pésimo gusto?

Es falso, aunque ahora se esfuercen en hacérnoslo creer, que el ayuntamiento haya sufrido un despiste lamentable no atendiendo las reivindicaciones de los vecinos. Dedicarse a embellecer un barrio ignorando los problemas sociales es justamente lo que pretendían. Interesa mantener ese estado de cosas, empobrecer cada vez más a los que menos  tienen para que el desnivel sea cada vez mayor. Ese es el objetivo primordial de la derecha desde siempre, y últimamente también de la denominada izquierda, en Burgos y en cualquier sitio, y no hablo solamente de España. Hay quien lleva algún tiempo extrañándose de que esta situación todavía no haya hecho aguas. Y es que nadie quiere que el río se desborde, pero está bien tirar vasos de agua a la ribera por si a alguien le salpica y decide poner de un vez diques consistentes. Diques que contemplen de nuevo el bienestar de las personas, que les devuelvan su nivel de vida anterior, diques legislativos que eviten abusos empresariales y bancarios, que contribuyan a restablecer la armonía y frenen esa mal llamada crisis que no es otra cosa que el recrudecimiento de una guerra económica declarada pero encubierta. ¿Es esto posible? Pues sí, lo estamos viendo.

 

Alguien –allá en las alturas– ha pestañeado un momento y ha tenido una revelación: la del contagio irreversible del hartazgo, la de un mapa en el que los focos serán cada vez más numerosos y la propagación de la riada se volverá más y más incontenible. Y, probablemente, ha sentido vértigo, una especie de cosquilleo estomacal que le ha producido pesadillas. Total ¡qué más da un bulevar más o menos! Démosles lo que quieren y que se callen de una vez, que el bulevar ha despertado a Gamonal pero Gamonal está despertando las conciencias. 

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