domingo, 16 de febrero de 2014

Decálogo para combatir la fibromialgia (chusco pero muy conveniente)

Ojo. Quien esto escribe carece de formación sanitaria: las chorradas que aparecen más abajo son solo una parodia basada en la observación de un perfil concreto, que, si bien no es el único a quien afecta la patología, constituye un porcentaje abrumador.
 
 
Recetas (de andar por casa) para esquivar este cuadro clínico:
1)      Si es usted mujer, comienza a sentir dolores musculares y el médico elimina cualquier causa orgánica, no lo dude, sepárese de su marido. Inmediatamente. Antes de que le diagnostiquen una fibromialgia y su salud mental quede en entredicho de por vida.

2)      Si, encima, tiene niños, déjelos una (larga) temporada con él. Esto es tan  imprescindible para su salud como para la de ellos. Usted se repondrá mucho antes y, tanto uno como otros, aprenderán a valerse por sí mismos, algo muy útil en cualquier época.

3)      Repítase diez veces cada ocho horas que su problema no es crónico y, por tanto, va a resolverlo más temprano que tarde.

Egon Schiele
4)      Una vez sola, póngase manos a la obra: duerma todo lo que quiera, pásese tumbada a la bartola lo que guste. Cuando los platos se empiecen a acumular en el fregadero, el polvo en la mesa del comedor, o si su nevera acumula telarañas, no lo dude, contrate a una trabajadora del hogar. Mirarla cansa mucho menos y, sobre todo, ocupa un horario: tiene un principio y –más importante aún– ACABA en algún momento.

5)      En cuanto se empiece a sentir como una rosa silvestre, salga a la calle, cómprese ropa nueva, vaya a la peluquería y, una vez en casa, contemple en el espejo su nueva imagen. Largamente. Mírese como si no se conociese. En realidad es así, la persona que ve al otro lado está empezando a ser otra.
6)      Encuentre en su trabajo nuevos alicientes, si no lo soporta búsquese otro, si no lo tiene embárquese en uno que le guste de verdad.

7)      Aliméntese de forma variada, coma lo que necesite, ni un gramo menos. Intente no obsesionarse con el peso ni con la comida. (Combinándolo con el punto 9 es más fácil)

8)      Camine al aire libre y apúntese a un gimnasio. Aumente la actividad de forma progresiva y siempre que haya pasado la sensación de agotamiento. Corra, levante pesas, trabaje el músculo en las máquinas. El objetivo es convertirse, muy poco a poco, en una atleta, con el cuerpo bien recio y a prueba de insidiosas fatigas.

9)      Haga una lista con las aficiones que arrinconó toda su vida, o desde hace algún tiempo, o que no practica tanto como quisiera, y láncese a ellas con pasión.

10)  Búsquese a alguien que la admire de verdad, no de boquilla, y conviértalo en su amante. ¡Atención! he dicho amante, ¡cuidado con elevarlo a marido! Si a pesar de todo, cae en la tentación de volver a casarse y experimenta una recaída, vuelva al punto primero y sométase al tratamiento completo, sin olvidar ninguno de los puntos.

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