viernes, 14 de marzo de 2014

Cogito ergo sum


Si, ocasionalmente, te sobreviniese una catástrofe, no importa, tú conserva la cabeza. Si te quedases ciego, mudo, sordo, inservible, conserva la cabeza. En el caso de que todos te den la espalda, no los mires, cuida de tu cabeza. Si ves el mundo entero derrumbarse a tu alrededor, olvídalo, mantén erguida tu cabeza. Si han muerto tus seres queridos y los que se decían amigos tuyos han levantado el vuelo, conserva la cabeza. Si la tierra está invadida por escombros que cortan tu camino y cubierta de tinieblas que te nublan la visión, no mires, no camines, pero conserva la cabeza.

Si el universo entero se derrumba, conserva la cabeza. Si yaces en cama ajena, la asepsia es tu mundo, los tubos entran y salen de tu boca, tu pecho, tus brazos; si un líquido grasiento y una burbuja de aire son tu único punto de conexión con la vida, da lo mismo, conserva la cabeza. Conserva la cabeza, siempre.
Porque, si además de perder tanto, tanto, perdieses también el norte, lo habrías perdido todo: te habrías perdido tú.

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